domingo, 26 de abril de 2015

El paraíso en la otra esquina (Mario Vargas Llosa)




El Paraíso en la otra esquina
Mario Vargas Llosa
Alfaguara - 2013
Español


¿Existe el paraíso? Y sobre todo, ¿existe el paraíso en la tierra? Flora Tristan creía que podía existir y su nieto Paul Gaugin creía que existía en la islas de la polinesia. Vargas Llosa nos relata en menos de 500 hojas la vida de ambos personajes, manteniendo su estilo de enredar tiempos y narradores sin confundir al lector, una hazaña propia de quien conoce su oficio.

Vargas Llosa, peruano y sobre todo, Arequipeño, siente una atracción hacia Flora Tristan, autora de Peregrinaciones de una paria (1839)* donde denuncia con franqueza no sólo el clasísmo de la sociedad arequipeña sino lo soberanamente humana que era su prístina familia peruana:

Desde el primer momento Joaquina me inspiró una repulsión instintiva. Siempre he desconfiado de las personas cuya graciosa sonrisa no esta en armonía con su mirada. Mi tía ofrece al ojo avizor la representación de esta dioscordancia, a pesar su cuidado en poner de acuerdo el tono de su voz con la sonrisa de sus labios. Su cortesía causa la admiración de quienes la conocen pues en el Perú lo que mas se estima es la falsedad.
Y no se guarda nada:
Con pesar me veo obligada a decir, para ser fiel a la verdad, que mi pobre prima Carmen Piérola de Flores es de una fealdad rayana en la deformidad.

Pero para Flora, su libro más importante es Union Obrera (1843), donde denuncia la explotación de la clase obrera. Vargas Llosa nos muestra como Madame-la-Colére recorre las ciudades europeas, promoviendo un movimiento de justicia social en un tiempo lleno de movimientos socialistas (sansimonismo, fourierismo, cooperativismo) y la igualdad de las mujeres (una de cuyas victimas sería Flora misma, prófuga de la justicia por abandonar a su repulsivo marido).


Por otro lado, Paul Gaugin, pintor a la madurez, abandona la artística Europa en busca de un lugar que no este contaminado con la modernidad. Pasando por las islas de Tahití y terminando en las Marquesas (aislado del mundo, en medio del océano atlántico), donde el autor recrea sus excesos y su lento deterioro como resultado de la sífilis (a quien Vargas Llosa llama "la enfermedad impronunciable").


Vargas Llosa tiene un enorme talento para introducir al lector en la piel de sus personajes. Vivimos con intensidad las cóleras de Flora Tristan, asistimos al famoso episodio de la oreja cortada de Van Gogh, de la ridícula batalla de Cangallo y somos testigos del accidentado encuentro entre Flora y el inacabable Karl Marx (donde el pobre Marx termina aplastado por el verbo inflamado e incendiario de la francesa). Así también nos muestra como la creatividad artística de Gaugin se abre paso para brindarnos obras como Manao Tupapau, Nevermore, El brujo de Hiva Oa y sobre todo Retrato de Alin Gaugin, su madre (cuya historia descrita por el subconsciente de Gaugin tal y como la recuerda desde su infancia es de una maestría impecable).

Luego de haber leído varias de las primeras novelas del Nobel de literatura 2010, debo de decir que sus primeros títulos siempre son los mejores. El paraíso en la otra esquina no es un texto magistral (como sí lo es La guerra del fin del mundo) pero sí es un libro muy bien escrito, ligero y a la vez intenso; va construyendo sobre sus personajes ricos mundos de emociones y recuerdos, pero sobre todo nos plantea la pregunta a lo largo de todo el texto de si los proyectos de vida de ambos personas valieron la pena. ¿Podremos con construir una sociedad igualitaria? ¿Podremos encontrar un mundo primitivo donde hallemos a un buen salvaje?

¿Cómo es el paraíso? Para Flora, la felicidad es un mundo en donde los pobres, los despojados y las mujeres casadas puedan encontrar justicia. Probablemente en este mundo tampoco exista el sexo (cosa que Flora considera aberrante). Para Gaugin probablemente este lleno de sexo, sin inhibiciones, sin religión y sobre todo lleno de muchachitas dispuestas a conocer hombres maduros como él. No puede haber mundos más contrapuestos a no ser por un detalle: para ambos, en el paraíso no esta Dios ni la santidad ni lo ángeles y menos aún los religiosos (ambos tienen serios problemas con las autoridades religiosas en vida).

Vargas Llosa nos quiere decir que la felicidad es una búsqueda demasiado grande para una o varias vidas. La muerte nos sobreviene demasiado pronto y no nos deja alcanzar lo que tal vez no exista. El libro inicia con una enorme frase de Paul Valery: "Qué sería, pues, de nosotros, sin la ayuda de lo que no existe?". El paraíso en la otra esquina nos quiere decir que gracias a "eso que no existe" nuestra vida puede ser una vida de novela.

* Peregrinaciones de una paria se puede encontrar en una edición digital de la Universidad Mayor de San Marcos