Castellio contra Calvino, Consciencia contra violencia
Stefan Zweig
2001
256 páginas
A Stefan Zweig, como muchos, caí por el tímida referencia a este autor en la película
El Gran Hotel Budapest. Luego de leer
Carta de una Desconocida, Zweig paso a ser un autor a considerar a futuro.
Pero fue una nota de Christopher Hitchens, "matar a un hombre no es defender una ideología, es matar a un hombre" del libro
Castellio contra Calvino de Stefan Zweig lo que me llevó inmediatamente a tomar este libro y no soltarlo hasta haber disfrutado de cada palabra urdida por la maestría de un narrador tan elocuente e intenso como Zweig.
Esta es una historia de una de las más grandes injusticias en la historia de la humanidad, sostenida hasta ahora y que Zweig desenmascara, resucitando a un desconocido personaje y colocándole en su real dimensión: como el más grande humanista de su tiempo.
Calvino, el gran reformador de la iglesia protestante, es ante los ojos de Zweig, el más grande dictador que Europa haya conocido. La descripción que el autor hace del reformista es tan intensa que uno tiembla al leerlo:
"A este rostro de asceta sin edad, que no irradia ninguna bondad, ningún consuelo, le falta todo aquello que hace que la vida por lo general sea fecunda, llena, placentera, floreciente, cálida y sensual. Todo es ese óvalo alargado y sombría es duro y feo, anguloso y falto de armonía: la frente, estrecha y severa, bajo esos ojos de mirada profunda y trasnochada que refulgen como carbones; la nariz, afilada de pico, avanza imperiosa entre las hundidas mejillas; La boca fruncida y como cortada a cuchillo, en la que muy rara vez se vio aflorar una sonrisa. Ni el más leve rubor alumbra esa piel desprendida, seca, agostada y de color ceniciento, excepto en los escasos segundos en los que la ira las inflama con manchas de tísico, de modo que parece como si una fiebre interna les hubiera chupado vampiricamente la sangre".
Calvino convierte a Ginebra, un lugar libre, en una dictadura de la religión, su religión, donde todo aquel que no piense como el debe estar condenado por herejía y debe de desaparecer, Es aquí que termina Miguel Servet, es español descubridor de la circulación pulmonar de la sangre, quien en su intento de polemizar sobre la naturaleza de la trinidad de las escrituras, termina siendo quemado vivo en una muerte horrible (narrada con conmovedora maestría) de la que Calvino, responsable directo, quiere desembarazarse,
Y es aquí donde Sebastian Castellio entra en escena, un teólogo pacífico y entregado a sus tareas, que no puede permanecer impasible, pues "desde el momento en el que un clérigo no confpia en el poder inherente a su verdad, sino que echa mano de la fuerza bruta, declara la guerra a la libertad humana".
Zweig saca sus artes de biógrafo ya mostradas hábilmente en
Maria Estuardo, para traernos la historia de este duelo entre el libre pensamiento y la intolerancia, entre la consciencia y la violencia. Hay mucha literatura sobre este oscuro suceso de la historia, excusado con el hecho de que Servet murió como consecuencia de ser un hombre de su tiempo (de hecho, su tumba dice eso en un intento de los neo-calvinistas por exonerar a Calvino de su responsabilidad). Pero no, Zweig deja claro y de forma documentada que existió en ese mismo tiempo alguien como Castellio, que expresa valientemente que "cuando los ginebrinos ejecutaron a Server no defendieron ninguna doctrina, sacrificaron a un hombre. Y no se hace profesión de la propia fe quemando a otro hombre, sino únicamente dejándose quemar cuno mismo por esa fe".
Leer a Zweig es un absolto placer: aunque utiliza un lenguaje culto y preciso, donde nada falta ni sobra, logra construir un texto apasionado, intenso y a la vez una narración imparable. Si algo se le puede criticar es un absoluto humanismo que destila por todas las páginas, humanismo que lo llevo a suicidarse cuando pensó que todo estaba perdido. Mi copia esta llena de marcas a diestra y siniestra, son palabras que resuenan luego de haber terminado el libro, palabra como: "Nunca un derecho se ha ganado para siempre, como tampoco está asegurada la libertad frente a la violencia, que siempre adquiere nuevas formas. A la humanidad siempre le será cuestionado cada nuevo avance, como también lo evidente se pondrá en duda una y otra vez. Precisamente cuando ya consideramos la libertad como algo habitual y no como el don más sagrado, de la oscuridad del mundo de los instintos surge un misterioso deseo de violentarla".
Este es un canto a la libertad, a la humanidad, a la esperanza, pero sobre todo es un hermoso libro que recomiendo a todos aquellos que leemos para encontrar respuestas mas complejas que las divinas o metafísicas sobre el sentido de la vida. Este libro no te dejará indiferente pues luego de arrancarte el corazón vuelve a colocarlo en su sitio, engrandecido, valiente y con ánimos de denunciar a quienes atentan aun hoy contra la libertad.