martes, 8 de septiembre de 2015

Periodista al fin y al cabo: 20 años de investigación y política en el Perú 1998-2008

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Periodista al fin y al cabo
20 años de investigación: Sendero, narcotráfico y política en el Perú 1998-2008
Sally Bowen
Peisa - 2015

Como muchos peruanos a Sally Bowen la conocí como la autora de aquel revelador y aplastante libro El Expediente Fujimori (y debo de reconocer, en mi condición de estudiante, gracias a una edición pirata). Su estilo claro, directo y libre de apasionamientos nos permitió abordar un presente con la mirada atenta a lo que nos estaba sucediendo a finales de la década de los 90s. Pero como escritora, lo que más se sorprendió fue el haber compartido este libro con otras personas y recibir como respuesta que habían devorado en libro en pocos días; personas que normalmente no solían leer ni un solo libro al año.

Y es que Sally Bowen es básicamente una mujer metódica, ordenada, de pensamiento claro e intuición fina. Eso es algo que se puede reconocer en su prosa pero que se confirma en sus vivencias en Periodista al fin y al cabo (cuyo título en inglés, Accident Journalist es mucho más atractivo), 350 páginas donde resume su pasar involuntario por el periodismo en un Perú convulsionado y siempre cambiante.

Esta no es una historia donde se ensalce la actividad periodística o se trata de un soterrado ensayo sobre la defensa de la libertad de expresión o cosa parecida (por eso lo desafortunado del título en español). Bowen es una "periodista accidental", alguien que vino a hacer trabajo social y a ganarse la vida enseñando inglés a "niños bien" para pasar a reportar a grandes medios informativos sobre un país remoto en los momentos en donde resultaba ser noticia. Es un perfecto ejemplo de la persona correcta en el momento correcto.

Bowen nos trae un recuento de primera mano de una época cercana que muchos peruanos, con esa tendencia extraña o recrear nuestro pasado según nuestras pasiones y creencias, estamos olvidando o creemos recordar. No es un texto de alguien de profesa un amor incondicional por "mi país de adopción" (no, de esos que alaban nuestra comida o nuestra creatividad y demás obsesiones como esas): Bowen a encontrado en el Perú grandes amigos, grandes placeres y sobre todo grandes vivencias y aventuras, pero también grandes decepciones (sobre todo con la justicia: su anotación sobre el perjurio y su ausencia de significado en nuestra población es reveladora). Hay párrafos que pueden ofender a algún chauvinista:

Como siempre, me pareció sorprendente que mucha gente bien informada estuviera dispuesta a contar lo que sabía a los periodistas extranjeros. Creo que esta actitud solo la puedo explicar por una especie de vanidad y arrogancia de los peruanos: les encanta demostrar que poseen conocimientos profundos y detalles íntimos.
Por sus páginas circulan anécdotas deliciosas (como un Fujimori desubicado en la isla de los Uros), sorprendentes (como los supuestos golpes que el mismo Fujimori les habría propinado a su mujer en lo sótanos del SIN), algunas no tan sorprendentes (como que el ex-ministro de economía Carlos Boloña seguía en comunicación con Montesinos cuando este ya estaba desaparecido) y algunas francamente deleznables (como todo su paso por el poder judicial peruano, aunque a mi me dejo boquiabierto la reunión con el reconocido periodista peruano Gonzalo Iwasaki y su triste actuación en la vida de Bowen).

Si algo se extraña en el libro es que no contenga alguna sección con fotografías de las muchas personas y lugares que Bowen nos retrata. Sería bueno ver a una joven Bowen recorriendo parajes remotos, a la bella Sharon Stevenson y su masa de pelo rojizo, algunos imágenes informales de Todd Smith, cuyo triste asesinato nos recuerda la autora o imágenes de su inesperada fama como ex-rehén de la casa del embajador japones. Además serían fotografías realmente exclusivas ya que una rápida búsqueda en Internet no retorna mucha imágenes.

Me cruce con Sally Bowen en la Feria del Libro FIL2015 y estaba flanqueada por dos tipos bastante más altos y grandes que yo... así que me quede sin la firma de mi copia. Al final, lo que importa es lo que la autora nos deja al final:

Si estas memorias tienen algún mérito, tal vez sea el de recordarle a aquellos que vivieron esos años dramáticos --y ayudar a comprender a quienes todavía eran muy jóvenes-- la necesidad de permanecer lúcidos y atentos, de cuestionarlo todo y a todos, de profundizar en la información, de denunciar la corrupción y de negarse a aceptar a primera vista los hechos como ciertos. Hay que tener en cuenta que el periodismo responsable es fundamental para la salud de una sociedad.
Y es que, al fin y al cabo, además de periodista, Sally Bowen es una aguda observadora de nuestra realidad que no espera construir un texto sesudo e intelectual. Lo que ella quiere es llegar a las personas de a pie. Y al igual que en sus libros anteriores, lo logra otra vez.

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